Thursday, February 28, 2008

COSTA RICA., CON MUCHO GUSTO!!!!




Con Mucho Gusto

Hay palabras cuya fonética es per se bonita. Se escuchan así, hasta como que sabroso. En Costa Rica, la gente que hace algún favor o que ofrece algún tipo de servicio, lo hace siempre “con mucho gusto”, así pues, cuando se le pide algo a un mesero (a), a un tendero (a) , cuando se paga algo y se procede a la entrega de la mercancía, los ticos contestan: “con mucho gusto”, es bonito, suena padre. Mi viaje a Costa Rica se acurruca en el ideario personal, en el colectivo, se recuerda y se vuelve a vivir siempre. Costa Rica estuvo colmada de gente que la vida me ha presentado como evangelio, así lo recibo y así lo resumo en esta crónica de viaje y agradezco a la familia “tecua” por recibirme y hacer una vez más que su presencia en mi corazón haga sonreír mi espíritu. Son todos ustedes “patrimonio de mi alma”.

La noche del 19 de diciembre de 2008 arribé a San José de Costa Rica con un retraso de varias horas respecto a lo previsto, pero nada de gravedad pasó, de hecho todo funcionó. En vuelo me conocí una gringa de edad respetable que me cayó bien, de nombre Sylvia y aparentemente toda una profesional de la comunicación organizacional, lo que me agradó bastante, porque nuestra charla no sólo apuntó a criticar a México como un país “muy violento”, cosa que ayudo a que no me diera flojera la mujer. (lo primero que me dijo Sylvia cuando vio que leía La Jornada fue “¿hay mucha violencia en México, verdad?”.

El señor Tecua me recibió en el puerto aéreo y antes de saludarme, vio cómo con dificultad llevaba mis maletas y me dijo “¿qué, no puedes?” yo me reí y me dije, ja, esto ya lo había escuchado antes, a lo mejor ya hasta lo había vivido.

Al siguiente día, (diciembre, 20) pasé un rato en la oficina del señor, en Nestlé Costa Rica, ahí, me comí un chocolate Crunch, y un expreso de Nestlé que mucho me gustó. Después, un señor de apellido Torijano me llevó a tomar el camión que me conduciría hasta Santa Cruz, municipio en el que se encuentra Playa Junquillal, sitio en que el grueso de la familia Tecua-Lara me esperaba para pasar unos días bajo el sol y a la vista de la mar.

Un tráfico endemoniado me privó de ir hasta la terminal a abordar el camión, por lo que Torijano me dijo que lo tomaríamos en “el peaje”. Llegamos a uno de esos cruces en forma de Y. Y me dijo, - aquí, orita, pasa, le enseñamos el “tiquete” y te subes. Los carros pasaban hechos la madre sobre una avenida bastante grande similar a la Recta Cholula- Puebla. Cuando llegó el camión al que esperábamos, éste se siguió hecho la recontramadre por el carril de alta y entonces “Tori”, me dijo,- Córrele, lo alcanzamos en la caseta, entonces regresé a la camioneta de la mamá de mis amigos y perseguimos al camión. Antes de llegar, me dijo, con este “tiquete” tu reclamas tu lugar, porque tienes derecho a sentarte, es que de seguro que viene ocupado.

Subí al camión y andé las carreteras vacilantes de Costa Rica, lugar en el que una distancia de 40 km te puede llevar hasta 1.5 horas recorrerla. Además yo iba a lado de un señor tico que tenía muchos mocos, entonces, hacía ese sonidito padre de moco que se come, moco, más moco moco mucho moco. Intenté dormir y leer y ver la ventana. Cuando decidí que es buena idea ver el paisaje carretero de un lugar que no conozco, entonces le sugerí al señor con mocos, que me permitiera pasarme a la ventana, total, para tragar moco y dormir, no es necesario ver la naturaleza. Pero el ojete me dijo que no y siguió con su ruido moqueril.

Llegué luego de 5 horas, recorrí en tramo de 200 kilómetros, nada menos.
Al llegar tomé un taxi que me llevara a Junquillal, el chofer me dijo que me cobraría 15 mil Colones, pero yo le dije que mejor 10 y el me dijo que 12 y yo le dije que 11 y así se quedó, en 11. Gané. 1000 colones= 2 DLS.

El chofer del taxi me vino platicando que en esa costera, la de Guanacaste (la provincia más grande, según dijo el conductor) lo iba a pasar muy bien porque había muy buen mar y que había muchos surfers, pesca “en especial esta playa es buena para bañarse”. Durante el trayecto hacia la casa de la playa, llamó mi atención el que los caminos eran sinuosos, y que lasa casas a lado del camino lucían incoherentes consigo, su pobreza obvia, - pero en la punta, sí, como sombrero elegante de tío viejo-rico que hoy se niega a ser pobre-, una antena gigante que aclaraba que en esa casa había al menos una tele con Direct T.V.

El taxista también me dijo que por esas tierras era muy fácil conseguir drogas. No sé por qué me lo dijo, si yo ni le pregunté.

La casa de los tecolotes
Una vez que llegué a la casa, toqué y nadie salió y luego grité y ya, acudieron, en desbandada los cuatro tecolotes y a la vanguardia, en andar mojado y descompuesto, con los gogles a medio poner, los tecolotitos. “Jonáaaaaaaaaaas”, llegan se acercan, es una fiesta ese Roco, sus ojos verdes verdes, tierna su voz. Mi Yessi, jalón inmediato, “vas a nadar” “vente ándale”, divertida la sonrisa, irrenunciable la invitación.


Nunca la pregunté su nombre al taxista.

Nadamos. Comimos. Tomamos (bastantito). Aquí hago un alto. El señor tecua, llevó, para satisfacer nuestra infinita sed (la única moderada en esa familia es la Nona) varias botellas de este brebaje seco que se llama Whisky, además, una de tequila Hornitos (creo que es el favorito de Paco) y una, uuuuna, una botella de ron. Yo sé, y no pretendo, bajo ninguna circunstancia, que nadie me patrocine mis pedas, pero ps, caray, uuuuna; no, ps no nos supo ni a melón. Pasada la primera noche que llegó el borracho del Jonás, el Flor de Caña, sucumbió irremediablemente. Luego entonces, a la noche siguiente comencé a tupirle al “juanito caminante de negra vestidura”, (Johnny Walker, black label), pero como no me gusta con Tehuacán, pues entonces, le tomé con coca, y fui acremente criticado, cosa que me valió, ya que en realidad a mi me gustó mucho como me quedaban mis whisky-cubas.

En la alberca lo pasamos bien. Por las noches, unos enormes sapos nadaban (el sapo más grande y gordo, zarpaba desde las escaleras de un rincón de la casa y se llama Ramón) y nosotros jugábamos cartas, un juego que se llama Greys, muy divertido. Yo siempre perdía, una vez hasta llegué a los casi 1000 puntos.

La noche-buena nos visitaron unos amigos de los tecuas, una señora guapa con su marido, un holandés de nombre Hans (ella se llama Anita) que sufrió un secuestro en D.F. por lo que emigró a Centro América. Al momento que ellos llegaron nosotros abríamos regalos. Yo regalé libros y recibí variados artículos que me gustaron mucho. Cenamos delicioso unos chiles chipotles rellenos de queso de cabra y nos tomamos fotos hasta las 5 de la madrugada.

A la mañana siguiente el papá del “tecua” destapó champagne y bebimos en la terraza. Como fue sábado de Navidad, entonces, el don Paco, decidió definir nuestra mañana de forma anglosajona y a sus amigos holandeses, luego, les dijo que hicimos un “brunch”. Y luego les dijo que hicimos un “brunchito” y luego les relató como fuimos destapando botellas, primero unas “cavitas” (DOS), pero luego ante nuestra insaciable sed destapamos otras tres, estas últimas “del bueno” tomamos Moët. Yo me puse rezumbo, porque luego tomé cerveza y luego me dormí, pero en realidad, fue una navidad padrísima. Por la terraza de la casa se asoma la cordillera, el aire corre fresco, se escuchan los septentrionales ruidos de la naturaleza tica. También tomamos muchas fotos.

El 26 de diciembre mi amigo Paco se regresó a Puebla y de ahí a la India, así que pues la casa se fue vaciando, pero aún permanecimos Becky, los niños, el tata, la nona, la nina y yo.

Cumplí 27 años
Mi aniversario número 27, celebrado en el año 2007, el día 27 de diciembre lo pasé con esta queridísima banda. Por la mañana fui con Mayka al Museo del Oro del centro de Costa Rica y me gustó mucho. Por la tarde comí en un lugar italiano al que me invitaron los tecua, con un señor italiano. El horno se descompuso, así que no hubo pizza, pero sí vino y lasaña y pasta y un tiramizu, con el que me cantaron las mañanitas y yo fui contento. A la hora de la comida me llamó mi primo Toño y me dijo que me quieren mucho y que “felicidades”, eso me alegró mucho, también temprano me llamaron mis papás y mi hermana, Mi mamá no me encontró y ya no marcó más, ella dijo que sí, pero que a lo mejor “anoté mal el número de celular”.
Por la noche fui a bailar con mayka a un lugar que se llama “Rumba”, el lugar es grande muy, la música agradable y mayka y yo bebimos, primero un bacardí cada quien, pero luego optamos por una promoción en la que por 15 mil Colones obtendríamos una botella de Bacardi golden y una pachita de Añejo. Nos pusimos medio sabrosos, bailamos y luego llegamos a seguir bebiendo a la casa. Estuvo divertido.

Por fin El Poás.

El volcán Poás es uno de los atractivos naturales más importantes de Costa Rica. Se encuentra en la montaña, a 2700 metros de altura. El único problema es que como es caprichoso, nunca se sabe cuando amanecerá en buen momento, sin un banco de niebla que lo reprima, que lo tape. Entonces, en otras ocasiones en la que quisimos ir, pues la gente de la administración del parque me decía que “no le recomiendo venir hoy, porque hasta está lloviendo”, pero el domingo 30 llamé y la que me contestó me dijo “hoy está lindo” y que vamos.

Metimos unas chelas en una hielera, el señor tecua se puso un sombrero y una camisa de coloridas franjas y Mayka, quien me da la impresión que tiene un soterrado o descarado gusto por decirle a la gente si su atavío combina, le dijo “como que eso no se ve muy bien”, el señor como que se miró y luego pues así se fue y yo digo que sí estaba chido su sombrero y también su camisa, pero no quise defenderle frente de las mujeres, por temor a represalias.

El Poás estaba verdaderamente lindo. Mostrose desnudo, sin complejos, se despojaba de la neblina que le quería cubrir celosa de los cientos de miradas que se ceñían sobre él. Nos dejo tomarle fotos, admirarlo. El clima frío, pero la naturaleza absoluta, su cráter rojo con verde, sus milenarias y sabias piedras. El Poás divo, se dejó, una y otra vez. –A ver, ponte ahí y te tomo foto, -se escuchó repetidamente entre los turistas que arribaron al sitio.

Yo regresé muuuuy contento, durante el largo descenso desde el Poás tomamos fotos al valle que se domina con la puritita vista, luego bebimos un café en un lugar increíble que tiene una terraza enorme desde donde los cafetales ticos se veían, se olían, se sentían, se fotografiaban. El café se llama Tres Generaciones y ahí compré dos paquetes de un Peaberry AAA, que según me dijo el tendero, es un grano muy bueno y muy rico, y sí, tiene razón porque ya casi me lo termino y está sabroso.

Fin de año.
El 31 de diciembre hicimos varias cosas. Mayka se convirtió en mi guía de turistas y vagamos por el centro de San José sin mucho éxito, ya que todo estaba muy cerrado y luego nos perdimos. Olvidé mencionar que el día de mi cumpleaños, también en compañía de Yessica y Mayka pasamos por las calles y avenidas del centro que se engalanaba para recibir el paso de los caballos de la fiesta de “El Tope 2007”, un recorrido que se hace desde el parque de La Sabana, donde los que tienen caballos se inscriben para dar el paseo montando y saludar a la gente que en San José ya se apresta con hieleras, botanas -o boquitas como ellos las llaman-, y cervezas “Imperial” para ver pasar al grupo de “ricos” que tienen ganado y animales, como caballos. Vimos unos percherones muy grandes y le tomé foto a yess, mientras acariciaba uno de esos caballotes. Aparentemente no tiene mucha gracia (el tope), el chiste es que el que va cabalgando se va emborrachando y su caballo se va cagando por todo Sn José y los “pobres” los ven pasar y los saludan (unas horas después de eso, una señorita bien-hijastra de un amigo del señor Tecua, e hija de una madre cubana, una señora sesentona-, que nos trató muy bien-, me dijo con tono de Pita Amor “I hate tope”, así, con tono cub-tico “ah, si nací acá, pero siempre he vivido en”, (qué chistosa la gente que se niega y en el discurso se pone otras nacionalidades).
Yo vi a unas bailarinas y edecanes en los puestos de cerveza, que como dijera mi amigo “el negro” ps no se estaban de malos bigotes, pero en realidad tampoco muy se me antojó ir a la fiesta, pero sí, supongo que algo de divertido tendrá. Antes de comenzar a andar, los dueños de los caballos ya están tomando y “como no es un pueblo con mucha identidad ni cultura propia”, ambientan sus andanzas con música mexicana ranchera. Muy común resultaba escuchar canciones de Alejandro Fernández y de Toño Aguilar, algunos de los “rancheros” ya se veían que no llegarían en sobriedad a San José, donde les aguardaba una banda que seguramente tampoco ya estaría sobria, le peda se me hace que es masiva, lo es, de hecho.

El 30 de diciembre se marcharon los niños y Becky, así que ya sólo quedamos Maykis , sus papás y moi.

El 31 cenamos en casa de Hans y Anita. La casa está en la montaña y es una casa muy bonita con una terraza padrísima desde la que se aprecia la ciudad. Luego de la cena y los abrazos, el holandés Dijo “tengo unas bombas”, puso una cara muy aria que el führer habría envidiado y entonces, sacó unos cohetes muy pinches amenazantes y colocó una botella para sostenerlo y que este pudiera explotar en el cielo. En un principio todo marchaba bien y estábamos admirando el color de las luces. Pero bastó que el papá tecua se decidiera a participar en el lanzamiento de los cohetes para provocar lo que cerca estuvo de ser una hecatombe binacional en el que por poco y perecemos mexicanos (poblanos, defeños, alvaradoreños) y holandeses. Resulta que la botella se cayó, con ella el cohete, y el fuego comenzó a rociar el interior de la terraza, el explosivo se impactaba necio contra la pared, que de haberse volteado (el cohete) viera recorrido el lugar y con ello nos hubiera matado a todos irremediablemente. Convidados de la alegría con la que el buen Hans y el Papá Tecua jugaban a acribillarnos, todos reímos a carcajadas, Hans, alejado de todo belicismo gritó, “cooooooooorreeeeeeee” su cara descompusioce y se veía francamente temeroso, pero nada sucedió y yo no paré de reír por un buen rato en compañía de Mayka, quien siempre estaba ahí. Gracias.

El 31 se fue y con él el año y con él se aproximaba el momento de la partida.

ANTES- Me caí y me di en la madre
Como pronóstico que siempre se hace bueno, una vez más me sucedió un accidente de no lamentables o terribles consecuencias, pero a mí, siempre me pasa, siempre que salgo de vacaciones-siempre o casi siempre me pego, me caigo menfermo—algo algo.
Me caí antes del 31. Fue en una visita que hicimos a unos amigos (otros) del señor tecua y la señora nona. Una casa muy muy agradable en todos términos, cuyos anfitriones habían sido la pareja embajadora (él fue el embajador) de Costa Rica en Bolivia. Los matrimonios se conocieron en aquel país – el más pobre de Latinoamérica-.
Una hija que estudia medicina un hijo que no sé que estudia y una pareja de latinos muy latinos. Gritones, agradables, buenos pal trago, una mujer que guisa muy sabroso y que parece que no tiene pena de nada, ellos son los amigos de los tecua.
Como ya se estaba poniendo bohemio el asunto decidí que fumaría y en el camino por mis cigarros decidí que porqué no caerme de meritito codo en la loseta que recubre el piso de la casa. Bueno, hasta me maree. Regresé a la mesa con medio jardín pendiendo de mi pantalón y con un dolor chingón. Callé para no alarmar a la multitud, pero con el paso del tiempo el dolor arreció y el codo se me hinchó. Luego todos se dieron cuenta y me preguntaron, y yo con mi cara de un cabrón bien listo les decía es que me resbalé. – ¿Y por qué no dijiste nada?-, me inquirían- y yo continuaba con mi cara de egresado de economía por Harvard, asentía y decía “ps como que pa no molestar”, la banda reía y yo, un doleeeeeer y un sobaaaaaar y un un hinchaaaaaaar.
Total que esa noche la mamá del tecua me puso un ungüento, o sea, ella me lo dio y yo me lo puse, que se llama “el gringo”, bueno así le dicen. Es caliente caliente. Yo me lo puse, me enredé el brazo con un chal que me compré en Oaxaca en octubre de 2004 y ya, al siguiente día amanecí mejor.
El día uno de 2008 lo pasé en una terraza que tiene una vista envidiable. Parecen (la vista y la terraza) sacadas de un cuento de Tim Burton. La sostienen unos gruesísimos troncos de madera, y al fondo se ve el green (un campo de golf), antes un lago y unos árboles timburtonescos, con esas ramas como hostiles, añejas, pero que a la luz del día se ven hasta armoniosas, como si te saludaran e hicieran baya ante el paso de los humanos. En la noche, cuando se acerca el “sunset”, -cito a don tecua: “acá me venía a echar mis whiskys con Ralph y el sunset, se ve precioso-, la tarde va muriendo, pero la noche llega acompañada de decenas de aviones que pasan y saludan al green, al señor lago, a los patos, a lo mejor a Ralph y a los amigos de Ralph (es el dueño de la casa y de la piscina y de la terraza y de la cubana ¡¡¡omaigod!!!!) y total que lo pasa uno muy bien - pinches ricos- jajaja. (No hard feelings).
Ahí estuve con Mayka durante todo el día. Platicamos de cosas que tenemos y de algunas que no tenemos y que ninguno de los dos sabe si va a tener, o si quiere, por ejemplo: hijos, es que qué chinga y luego si salen como uno, pus “ora pior” como dice mi tío “el angosto”.
Hablamos de cosas que pensamos de nosotros y de los demás. Tomamos cerveza, comimos Doritos Habaneros, papitas con valentina y unos rones, pero no muchos, tuvo chido. Permanecimos hasta que una nube nos negó el sol y entonces regresamos a la casa de los tecuas.
Por la tarde, comimos pizza con la mamá de Luis. La Nona hace unas cosas bien padres con un material así como de aluminio, pero oobvio o sea weee, no es aluminio. Creo, pero no recuerdo bien, que la técnica es así como que repujado. Ella usa plata para las cosas más especiales y cada pliego, afirma la diestra nona “sale como en 3 mil pesos, pero por eso te luce como te luce”, así que ps ta bien. La nona se sienta en una mesa que se ubica frente a la surtida cantina de don Tecua y frente al televisor. Ahí tiene sus materiales, sus tijeras, su plata cariiishima, su cenicero y en eso se entretiene, ve la tele y platica con quien por ahí anda. Me gustó ver a la nona hacer su repujado y ver cómo el ser humano aprende a hacer cosas que le transporten de pronto y que le animan también.
La casa de los tecuas es llena de cosas que han ido recolectando porque han sido andarines siempre y siempre, desde siempre. Han vivido acá y allá y en cada lugar han sabido hacer amigos y han sabido comprar (y en qué forma) titipuchales de cosas que acomodan por toda la casa pa’ que cuando llegue uno las pueda ver y para que la casa pueda lucir bonita, creo que lo logran en verdad, sobre todo por algunas piezas y antigüedades que le dan un toque a momentos muy kitsch y también harto clásico.
El 3 de enero de 2008, el don tecua me llevó al aeropuerto y acá quiero hacer otro alto.
A ver, uno es toto e iluso e ilusionista, pero es que uno es joven y es utópico, pero a ver, como dice Benedetti, la esperanza en un terreno baldío, pero eso no lo aprende uno hasta que la decepción se presenta implacable, el amor acaba…
Explico: todos quienes abandonaron, hasta el día que yo me fui de Costa Rica , fueron entregados por el don tecua en el aeropuerto, además vivieron la experiencia del “up grade”, y es que “como ahí me conocen, le di un grade y yo dije, bueno pues para que vayan agusto”. Así, el inocente Jonás, pensó, órale, está chido, porque seguro que don Tecua me lleva y lo mejor, me consigue mi “up-grade” , como a Paco y Becky y los niños, y entonces, viajo en premiere, cosa que hasta hoy, ps ni vale mencionar, que no he hecho.
Ajáaaa, unas horas antes que se venciera mi última noche en Centro América, don tecua me dijo: “va a venir un taxi que te pedí por ti. Es un chofer de mi confianza, espero que no se le olvide, si ves que dan cuarto para las cinco y no ha llegado entonces, me despiertas”.
No hubo up-grade. Pero para la mala fortuna del don tecua, al chofer de “mi confianza”, sí se le olvidó, por lo que el pobre se tuvo que despertar para llevar a este pain in the ass, debo decir que al parecer lo hizo de regular talante, porque no hubo así como que ronroneo o enojo, digo, además pues mi culpa no fue jajaja.
Llegué y me fui. Lo pasé muy bien gracias a los tecuas.

Esta es pues un poco la crónica de los detalles que me quedan de mi visita a un país ajeno, un lugar nuevo que disfruté con personas refrescantes y queridísimas. Hay detalles y momentos que los dejo en el yo, en el adentro y que me guardo celosamente para mí, que los pienso y los recuerdo y esbozo sonrisas contentas y felices y que me hacen, una vez más, agradecerle a la vida las casualidades que me ha regalado y con ellas la felicidad que he tenido, en esta ocasión la vida, siempre caprichuda, me regaló momentos de enorme regocijo a lado de gente francamente así, regocijante.
Costa Rica me recibió y me trató bien- Costa Rica PURA VIDA-, empática con el turista, risueña con el visitante que la saluda y la conoce y la mira curioso. Su centro con palomas, sus calles viejas, su identidad distraída, su gente con tono peculiar, sus mujeres guapas, su septentrional paisaje, sus calles eternas, sus carreteras infinitas, sus caminos largos, sus charros mexicanos, su radio incomprensible, sus protestas contra el TLC: “por amor a la gente, no al TLC” , reza una pared que escenografía la montaña y que refleja un sector de sociedad inconforme y crítica y disidente, qué bueno.
Costa Rica un pueblo lindo al que visité y en el que viví varios días, así, “CON MUCHO GUSTO”.