Monday, July 27, 2009

Cursos de verano!!!

cUANDO TENía menos que ora, iba a un club que se llama, supongo que todavía existe: Berimbau. Como dice mi amigo CAstillo Bautista, ese sí era un ejemplo de (no soy) la más pura freses chilanga que él dice que manejo.

El chiste es que mi mamá nos iba y nos depositaba a mi hermana y a mi al Bermimbau, el curso de verano duraba como un mes y la pasábamos chingón, el lugar era extraordinario, grandísimo con muchas albercas adentro y afuera.

"Jonathan y maye" ---(hace años que mi ma habla de nosotros dos como si fuérmos uno mismo. Por ejemplo dice "jonathan y maye, qué ninguno de los dos se va a levantar, ya van a ser las 8:00, -eso lo hacía cuando íbamos en la primaria y ambos ignorábamos el toquín del despertador-) ---se avientan desde la plataforma de cinco metros a la "pileta", o sea, creo que así le decía la mayoría de la banda a una alberca que era redonda, pequeña en su diámetro, pero muy respetable en su profundidad. Nunca nos ahogamos y nunca nos rompimos la madre, nos tirabamos así, tipo Juan Escutia, nosotros más bien envueltos en nuestra diversión, gritábamos en el aire cosas com o"jeróooonimo" y bobadas de esas que entonces, nos hacían reír. A mi todavía. Tardábamos en caer al agua y eso hacía que sintiéramos cosquilleo en la panza.

En el curso se hacían equipos. Mi hermana y yo nunca estuvimos en el mismo, porque ella iba con unos que eran de otra edad. Yo siempre he sido más pequeño por dos años.

Ahora que salgo de mi casa y me voy al club, uno de bastante menor calicutencia que el que entonces me pagaban mis pas, pues salgo y veo decenas de cabezas de colores y ojos abispados y ansiosos por aventarse de la pileta, por nadar, por gritar.

Son niños burbujeantes, qué maravilla, qué horror, la verdad, pero qué padre que se ven ahí cantando porras y diciendo pendejadas y haciendo chistes inocentes y esperando que se vayan por un rato sus papás para que puedan jugar más "libremente", me encantan los pinches chamacos latosos, si un día tengo un hijo quiero uno que no se esté quieto nunca, que sea gritón, que llore récio, que no le de pena nada, que vaya a cursos de verano al club que sea o al sitio que sea, que nunca sea boi escaut, que me responda con inteligencia y firmeza, que vaya a los cursos de verano y sea el que le levante la falda a las niñas y el que ponga resistol en el asiento de la "miss" como hice una vez, quiero que se vuelva loco y que tenga los güevos de decidir siempre que es lo que quiere con firmeza y sin miedos para que sea feliz.

Por lo pronto, revivo en cada una de esas cabezas despeindas (aunque hay algunos a los que sus papás los mandan muy cucos desde temprano) los extraordinarios momentos de la vez que fui al curso de verano, de las veces que tuve "vacaciones largas", de las veces que la vida era más que fascinante un escondite perfecto el parque, las trais, los policías y ladrones con guokitoqui -qué tal, era toda una innovación-, el stop, como quisiera tener un diíta aunque fuera uno de esos, de curso de verano.

Felices vacaciones, pinches chamacos latosos, esos son los que me cain bien.