Wednesday, April 30, 2008

La Catarina contra el rector Derbez




“En una democracia, la libertad de expresión pertenece al conjunto de la ciudadanía, y los ciudadanos tienen interés en que esa libertad se ejerza al servicio de la verdad y no al servicio de la manipulación” (entrevista de Gloria Ribé a Ignacio Ramonet. Proceso 1641).


Si el político que hoy dirige la UDLA soslaya la historia que precede al semanario universitario La Catarina y decide no revisar el capítulo de censura que vivió el equipo real del extinto medio y hacer justicia, se convertirá, sin remedio, en “cómplice por omisión” del grupo de estudiantes y profesores que coartaron la libertad de expresión universitaria.

La Catarina, que hoy se publica con el respaldo económico y académico de la universidad, es redactada por un grupo de (y me avergüenzo de ello, pero así nos colocan las circunstancias) compañeros y futuros colegas que han decidido hacer a un lado la ética periodística, por el falaz –y ellos lo saben y están conscientes– reconocimiento que da publicar unas líneas en un medio ilegítimo y que no refleja la enseñanza que probos catedráticos nos dieron a quienes durante años colaboramos en la hoy ex Catarina y que aprendimos que este oficio “no es para sinvergüenzas”.

La Catarina se ha convertido en un panfleto institucional, agachón y sumiso al poder y al siempre acomodaticio Consejo Estudiantil CEUDLA.

El equipo de la auténtica Catarina fue despojado del medio que durante siete años realizó un ejercicio periodístico respetable; un trabajo crítico que buscó rigor mediático que se alcanzó las más de las veces, pero que sobre todo, como lo definió Lilia Vélez, jefa de Comunicación de la UPAEP, constituyó “un ejercicio único de periodismo en México”, cosa que ya no es más.

Qué caradura la de los hoy colaboradores y profesores que tristemente mantienen un trabajo al costo que les genera su indigno –ahora sí– “periodiquillo de provincia”.

Si Luis Ernesto Derbez se desentiende del tema de La Catarina y no regresa el proyecto a estudiantes verdaderamente comprometidos con el aprendizaje y a los profesores que de verdad se interesen por la enseñanza y la universalidad del pensamiento como idea rectora de una casa de estudios, entonces, será triste cómplice de las maniobras que durante sus últimos días como gobernador de la UDLA, efectuó Pedro Ángel Palou, y de sus compinches, algunos de ellos como Luisa Vilar Payá, decana de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades, a quien un estudiante de Comunicación acusó públicamente, (Vilar sin poder articular respuesta) de haber llamado vía telefónica a su casa para amenazarlo si seguía reclamando y declarando ante prensa local por la arbitraria destitución de Claudia Magallanes como jefa de Departamento de Comunicación, lo que provocó molestia a estudiantes y padres de familia. Vilar también va en contra del rector, pero eso sólo es metafórico, porque siempre será complaciente con su jefe en turno. Ella también golpista, poco ética y verdugo de la libertad de prensa.

A cambio de eso, el reconocimiento del problema, del golpe (muy guardadas las proporciones, pero sí en los hechos equiparable a lo que el gobierno de Luis Echeverría hizo en contra del Excélsior de julio Scherer el 8 de julio de 1976) daría al rectorado del ex canciller lo que podría eventualmente calificarse como la decisión que demuestre que en la UDLA manda un rector y no un político más.

Luis Ernesto tiene la oportunidad de evitar la continuidad de un ilegítimo foro propagandístico que va en su contra, en detrimento de la libertad de prensa –derecho constitucional–, y de la opinión crítica como bastión de la democracia, de la enseñanza, de la “sabiduría, paz y fraternidad”.

Si calla nunca será rector de universidad, sino un político que vive atado a los intereses fácticos que patrocinan la simulación de la verdad y a esa Catarina “pirata” que va en su contra.

Texto publicado en la sección Medieros de La Jornada de Oriente. Miércoles 30 de abril de 2008.

http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2008/04/30/puebla/s1med11.php