Thursday, April 16, 2009

No, señor Sariñana.

Recuerdo la noche en la que en Primer Plano comentaron sobre la salida de Julio Di Bella como director de Canal Once.

Parecían tranquilos los analistas, pero sí, señalaron: esperamos que las cosas puedan seguir en la tónica que hasta ahora, bajo respeto a la línea del programa y el resto de los argumentos que lo componen.

Desafortunadamente no fue así.
A continuación reproduzco el texto -y el resto de la plana-, que envié esta semana a la sección "medieros" del diario La Jornada.


MEDIEROSdesde los comunicadores

Miedo a lo cursi
ANA LIDYA FLORES

La Familia era una revista que circulaba profusamente en los años 50. El número 584 del 30 de diciembre de 1959 incluía varios tesoros: patrones para bordar en punto de cruz, cocina, tejidos y novelas. Algunas de esas novelas las escribió un fenómeno de las letras hispanas, y que según ha reivindicado la prensa de prestigio en el fin de semana, está ubicada en el segundo sitio de los más leídos en español, sólo después de Miguel de Cervantes Saavedra con su Don Quijote de la Mancha. Me refiero a Corín Tellado, paradigma de la novela rosa y a quien el escritor Guillermo Cabrera Infante calificó como “la inocente pornógrafa, aunque ni era tan pornógrafa ni tan inocente”.
El domingo 12 de abril, El País dedicó un llamado en primera plana a la muerte de la dama del género rosa (María del Socorro Tellado López), en tanto que La Jornada le dedicó la contraportada de su edición dominical. Carlos Loret de Mola (Radio Fórmula) entrevistó en la noche del lunes 13 a un especialista en telenovelas y prensa rosa: Álvaro Cueva, quien habló de la basta producción de Corín Tellado y de la dificultad que tuvo para ser adaptada a televisión: la estructura de sus novelas era corta y no daba para los culebrones producidos en México, Venezuela, Colombia...
De acuerdo con cifras de El País, Corín escribió 4 mil novelas del género rosa y millares de relatos; vendió 400 millones de libros. Publicó quincenalmente desde 1946, cuando tenía 19 años, y lo hizo hasta su muerte, a los 82. La revista Vanidades se editaba en Cuba por aquella época, y en 1951 le contrató dos relatos al mes. La tirada pasó de 16 mil a 68 mil ejemplares. El corrector de pruebas era Cabrera Infante.
En El País del domingo pasado, el escritor Mario Vargas Llosa le dedica un texto de reconocimiento y respeto; Boris Izaguirre –conductor de radio español– va más allá y destaca que su abuela se alfabetizó gracias a Corín Tellado, al igual que millones de mujeres que de otra forma no habrían leído.
Mi madre no es una gran lectora, pero cuando tomábamos el café de la mañana, me confirmó que ella leyó a Corín Tellado en La Familia. Ya no conocí esa revista, y la única referencia que encontré a ella fue a través del google... Me dediqué a preguntar a mis colegas “¿Alguna vez leíste a Corín Tellado?” La gran mayoría de las respuestas fue negativa. Yo sí la leí... Una vez, en algún viejo ejemplar de Vanidades, y aunque no me aficioné a sus novelitas, me encanta saber que existió. Rescato una frase que Corín le declaró a Boris Izaguirre: “No es que lo cursi sea malo, es que la gente le tiene miedo”. ¿Será?



No, señor Sariñana
Jonathan Vázquez Betancourt

Quien pudo revisar el número 1692 de la revista Proceso tuvo la posibilidad de leer el número más mediático de este semanario en lo que va del año, y seguro uno de los más en un buen tiempo. Un medio es per se mediático; empero, Proceso, se ha preocupado siempre por exponer los temas que al gremio le convocan, siendo así un escaparate de los aciertos y de los vicios que confluyen dentro de los medios, no sólo en México, sino también en otras latitudes.
En el número de la semana pasada de Proceso se abordan algunos temas que hacen de esta publicación un medio inteligente y preocupado por el trabajo de las organizaciones mediáticas.
Hago énfasis en el tema del Canal Once, que ora ya se llama Once TV México. La reportera Columba Vértiz de la Fuente, en un texto titulado “Desconcierta el giro de Canal Once”, expone el riesgo que corre esta frecuencia –que en palabras de Virgilio Caballero, experto en comunicación– “le pertenece a la sociedad nacional, pero pretenden convertirlo en un medio del gobierno”.
El nuevo director del canal –luego de la salida de Julio Di–Bella Roldán, gran amigo de la expareja presidencial, particularmente de Marta Sahagún– se llama Fernando Sariñana y según lo publicado por Proceso, es amigo del presidente Felipe Calderón.
Bueno, pues este otro amigo –ay, este presidente tan amiguero y tan solidario con sus cuates, unos son secretarios, otros son líderes magisteriales, otros van por las “pluri”, que hombre tan carismático– ya le dio sablazo a Primer Plano, el programa de debate político más inteligente, crítico y plural que hay en la televisión. Lo recorrió de las 22 a las 23 horas, con lo que truena a los televidentes que no puedan quedarse despiertos hasta la medianoche.
No le fue suficiente, el programa de entrevista –permítaseme la expresión– más sabroso de la tele mexicana ya no será más. Durante 11 años, todos los viernes a las 20 horas la periodista Cristina Pacheco nos maravilló Conversando con un estilo francamente grato de hacer entrevista, de informar a través de charlas con personajes de la vida pública de México y el mundo. Y es que, dice Sariñana, “la cuestión del raiting iba bajando considerablemente en ese horario”.
Ayer La Jornada publicó la primera entrega de un texto de Fernando del Paso en el que el escritor apunta, en el caso de Primer Plano, que es una muestra de la manipulación del horario de este programa que puede estar encaminada a “relegarlo al olvido en la mente que quien lo escucha o lo ve. Lo que se conoce como una censura disfrazada. Una censura travesti”, como tituló su texto.
Incómodas deben resultar, para el presidente y para su amigo Sariñana, las críticas que hacen principalmente Lorenzo Meyer, Sergio Aguayo y José Antonio Crespo a su gobierno, así que será mejor que la audiencia lo olvide y no lo vea. México experimenta, ante la inconformidad del status quo, el aplastamiento de la goma fáctica y establecida que borra lo que le es incómodo, hay que mandarlos allá, donde nadie los vea, dicen e ignoran que la televisión es un bien público.
Ante este dedazo que impone a la televisión pública trabas para la democracia y la libertad de expresión, los seguidores –los medieros– de los pocos programas de calidad y de los escasos espacios mediáticos que defienden férreamente su autonomía, tendríamos que protestar y no dejar de verlos, porque el olvido que quieren provocar, de lograrlo, comenzaría a ser la agonía de esos foros que comunicadores valientes y audiencia consciente han construido. Habría que alzar la voz y defender el horario de Primer Plano y la permanencia de Conversando con Cristina a través de cartas a la Secretaría de Gobernación, al Canal Once, demandando respeto a los comunicadores y a la audiencia por parte de su nuevo director y decirle al amigo del presidente –como sabiamente escribió Del Paso– “No, señor Sariñana”.
No dejen de leerlo hoy nuevamente.



En memoria de Leonardo
RAFAEL G. HERNÁNDEZ GARCÍA CANO

“Los ambiciosos que no se contentan con el beneficio de
la vida y la belleza del mundo, tienen por castigo el no comprender la vida y el quedar insensibles a la utilidad y belleza del universo...”
Leonardo Da Vinci

El 15 de abril de 1452 en Anchiano, una aldea cercana a la ciudad de Vinci, en el valle del Arno –dentro de los territorios de Florencia–, nació Leonardo di Ser Piero da Vinci. Más allá de la automática relación que establecemos entre su nombre y algunas de las imágenes de sus obras más divulgadas por los medios (el Hombre de Vitruvio, la máquina voladora, los cortes anatómicos, y particularmente la Gioconda y la Última Cena –a partir del libro de Dan Brown, publicado en 2003 por Random House con más 80 millones de ejemplares vendidos, traducido a 44 idiomas y llevado a la pantalla por Ron Howard en 2006 con el mismo título: El código Da Vinci– a 557 años, Leonardo, como él firmaba, está ampliamente considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y quizá la persona con más variados talentos de la historia (arquitecto, escultor, pintor, inventor, músico, ingeniero). Figura emblemática del renacimiento, se enfrentó a un mundo secularizado, pragmático, obnubilado por los descubrimientos. En ese mundo, Leonardo fue un visionario, al cuestionar el espíritu del “saber es poder”, que 100 años más tarde expresaría Bacon en su Novum organum (1620).
Para él no bastaba con practicar y dominar a la naturaleza, había que teorizar, esto es, contemplar antes de experimentar. “El que se enamora de la práctica sin ciencia es como el marino que sube al navío sin timón ni brújula, sin saber con certeza hacia dónde va...”
Leonardo Da Vinci nos mostró viviéndolo, que el genio científico no impide la experiencia estética. Esa que no es útil, pero sirve. Porque finalmente hay cosas que sirven para ser humanos.