Thursday, August 30, 2007

Se murió mi Nana Velia

No fue -el hecho de tener una nana-, una locuacidad digna de la pequeño burguesía wanna be, sino más bien un ejemplo de los pocos recursos pequeño burgueses sí, lo que llevó a mis padres a ponerme en manos de Velia, una mujer que habrá tenido unos 72 o 73 al morir.

Velia se casó con Miguel Vázquez Morgan, hermano mayor de mi papá, Juan.

Ella, de proveniencia oaxaqueña, para ser preciso, de Salinacruz, Oaxaca.

Una mujer gorda, de artesanas manos a la hora de la guisada, de mirada penetrante a través de unos lentes de importante grosor, siempre frontal, de carácter fuerte para la alegría y para la enojada también.
Velia me cuidó, yo calculo que a partir de 1982 y hasta por ay del 86 tal vez, hasta 1987. Fueron varios los partidos del mundial de México 1986 que vi en su casa.
Tomada de la mano de Naty, Bety, Chayo, Clarisa, Marcela y Paty, mi nana fue vigía de mi infancia. Incansable mujer. Ellas son y fueron sus hijas, todas mujeres fuertes, valientes, matriarcas, justo como Velia, quien tras la infidelidad de Miguel, con la señora Tere, se hizo cargo de todas. Válgame el oxímoron anatómico; Velia es, fue y seguirá siendo, una mujer con muchos huevos.
La vida siempre nos permite despedirnos.
No sé en qué condiciones moriste Nana, supongo que en las que mueren todos los que mueren. Te moriste de muerte, bien muerta estás, ya qué más dá.
Lo que si sé Nana, es que la última vez que te vi celebramos tu cumpleaños. Creo que el número 70. Llegué junto con mi mamá, a quien siempre quisiste tanto y quien siempre te confirió gran respeto, a una salón bonito, un jardín. Ahí me viste y cuando me viste te alegraste tanto, me dio mucho gusto verte. Me presentaste y dijiste: "este es Jonathan, el otro de mis hijos".
Así me hiciste sentir, así me sentí, así me siento.
Hace unos minutos una llamada de Naty me informó que habías muerto hace 10 días, que no me habían podido avisar, porque no tenían mi número. Supongo que es muy entendible, ya que desde ese cumpleños -en el que tomamos juntos tequila, comimos juntos, bailamos juntos, cantamos juntos con un mariachi-, no habíamos tenido contacto nuevamente.
Qué pena que se muera la nana Velia. Qué gusto que Velia haya sido mi Nana.
En la calle de Revillajigedo, Colonia Centro en el Distrito Federal viví junto de todas ustedes, (y también de sus hoy esposos: Víctor, Martín, Julio, Ricardo...) de toda tú Velia. Me horneé con tus guisos, me escondí en tu delantal, me acaricié con tus manos, me bebí tu alegría, tu amor, tu afecto, tus desvelos, tus ocurrencias que eran muchas muchas.
Estoy triste porque se murió la Nana Velia.
Pero estoy contento, porque te vi bailar el día de tu cumpleaños, bailé contigo el día de tu cumpleaños. Estabas vestida como mujer Oaxaqueña que siempre has sido. Reíste y al coro de "Pinotepa", tú, tus hijas, tus yernos, tus nietos, tus amigos, tu familia que siempre te admiró lo pasamos en grande Nana.
Te mando un abrazo y un beso donde quiera que andes, tómate un tequila con Miguel, ya perdónalo que es un buen hombre también. Saluuud Nana Velia. Nos vemos cuando se pueda. Mientras, cieero los ojos, los aprieto bien y te vuelvo a ver, bailando "bonito Pinotepa no soy coplero y te estoy cantando, porque nació en tus suelos la morenita que estoy amando..."
Tu hijo Jonathan que te quiere.

Wednesday, August 29, 2007

LONCHERA DE BO-SPONJA

--Exterior- Calle. Avenida de los Insurgentes. México Distrito Federal.
--Taquería de lámina blanca invadiendo la banqueta, frete a restaurante conocido como Papa Bill's.

El taquero tiene unos 30 años, porta gorra de las Águilas del América (oobvio.
Taxista 1: hombre gordo de unos 36. Taxista 2: hombre joven también gordo, de unos 32, sentado dentro del taxi.

Yo: hombre joven muy joven una odonis, como dijera mi amiga Jael o bien, un odanis como dijera mi amigo el negro, luego de corregir a mi amiga Jael.

YO: Dos de bistec, por favor.
Taquero: Como no joven. ¿Con todo?
YO: Yo le pongo la salsa.

Detrás mío, los taxis y los taxistas.

Taxista 1: Y entonces, le tienes que comprar todo... todo, la mochila, los lápices, las plumas, los cuadernos, los libros, la cantimplora, el uniforme, los zapatos, las calcetas y la lonchera una lonchera de BO-SPONJA.

-¿Sabes en cuánto sale la pinche lonchera de BO-SPONJA?
-300 pesos la pinche lonchera, le dije, no te paaases, está bien pinche cara. - Y como no se la quise comprar, que se empieza a inflar como sapo, porque se pone como sapo eh, infla unos pinches cachetotes así ira (en ese momento, taxista 1 absorve gran cantidad de aire, lo contiene, infla sus grandes grandes cachetes, pela los ojos y pega el mentón al cuello), porque se pone como sapo.
-Entonces, le dije: mira, ni pongas así, eh !, porque todo va a pasar, ni te voy a comprar la mochila de BO-SPONJA y te voy a dar una buena chinga...

Wednesday, August 15, 2007

HAZME LO QUE ME GUSTA

¿No quiéres que te haga lo que te gusta? , le murmuré, "primero yo a tí", me contestó, empujándome con unas manos cariñosas para que me tendiera de espaldas y abriera las piernas. Se acuclilló entre mis rodillas y, por primera vez desde que hicimos el amor en aquella chambre de bonne del Hotel de Sénat, hizo lo que yo le había rogado tantas veces que hiciera y nunca quiso hacer: meter mi sexo en su boca y chuparlo.

Yo mismo me sentía gemir, agobiado por el inconmensurable placer que me iba desintegrando a poquitos, átomo por átomo, convirtiéndome en sensación pura, en música, en llama que crepita. Entonces, en uno de esos segundos o minutos de suspenso milagroso, cuando sentía que mi ser entero estaba concentrado en ese pedazo de carne agradecido que la niña mala lamía, besaba, chupaba y sorbía, mientras sus deditos me acariciában los testículos, vi a... (Mario Vargas Losa, 2006).

Friday, August 10, 2007

...

De malas, emputado, hasta la madre, que no me caliente ni el sol, colgado de la lámpara, como deprimido, medio triste, sin hambre (ooobvio sed sí), con extrañación, extraña muy, encabronado, todo que se vaya a la chingada, por qué no me largo un rato, o por qué no se largan todos hasta que cuando regresen yo me vaya y así hasta que me caigan otra vez bien y si no, nunca, mejor.

Vacío, infinita rabia, pipipi el nextel, la nómina, la cadera, la artritis, no mames tengo 26, ¿una coquita no ?, el valente me dice chimis qué hay, me llaman para que vaya a una misa- jajaja-, no iría ni a una mía, en fin, las 14: 24 nada pasa, insurgetes con su metrobus, el metrobus con su gente encima, todos con cara de mensos, poco entusiasmo en la gente, la calle más larga del mundo, de todo el mundo, una calle sin música, ¿por qué no le ponen música a la calle para que la gente baile, para que se acuerden de los buenos y de los malos, para que bailen antes de llegar a trabajar o antes de fugarse con sus amantes, o antes de llegar a sus casas a besar a sus hijos luego de que le dieron el beso del payaso a sus secretarias, así al menos llegarían con buen ritmo, ejercicio, ejercicio, bacardí con dos hielos-coca-tehuacán, escribe lo que sea lo que pienses, qué importa, sólo un comment por post, bajo el raiting, en fin, música mala la de la computadora de alado, chismes ramplones qué me importan, qué me importas, sí sí pues sí me importas, bueno, ya, una fuga una fuga, aplica la graciosa huída, la fuga, la fuga, huye, huye, jugo de carne, carne en su jugo, taquito taquito, taquito dorado de sesos, salsa verda, valentina, los quecas de la señora, el café de a 14 varos... ponte abusado

Desde el yo literario, Scherer García escribió su Terca Memoria.

En un libro escrito en primera persona, el fundador de la revista Proceso, Julio Scherer García deja plasmadas algunas vivencias significativas de su longeva vida como periodista. En La Terca Memoria desnuda de forma “cruda y dura” la manera de actuar de varios personajes oscuros y célebres de la vida política, social y periodística de este país.

Un “leve aroma” de lo que vivió en el oficio del reportero, al que define como “el hombre más libre, porque los acontecimientos los hace suyos y en esa medida le pertenecen”.

A las 19: 30 horas del martes 31 de julio- sin la presencia del autor-, se presentó en la Casa Lamm, de la Colonia Roma, en la ciudad de México, el libro La Terca Memoria de Julio Scherer García, personaje indeleble del periodismo mexicano a quien en 1976 el poder le mostró su faceta represora, una vez que el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez dio el ya famoso “golpe a Excelsior” quitándolo de la dirección del diario.

En el foro se dieron cita cuatro de los periodistas más renombrados del país: Miguel Ángel Granados Chapa quien formó parte del equipo fundador de Proceso en noviembre de 1976; la conductora del programa radiofónico Hoy por Hoy, Carmen Aristegui; La autora del libro Los demonios del edén, Lydia Cacho Ribeiro y Anabel Hernández quien escribió en 2005 el libro La Pareja Presidencial, el gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción.

El jardín lucía repleto, unas 400 personas impedían que alguien más gozara de las prerrogativas que permitía la lona blanca dispuesta para cubrir a los panelistas. La gente de los costados intentaba escuchar y al tiempo evitaba mojarse.

Carmen Aristegui describió a Julio Scherer como “el periodista más importante e influyente de las últimas décadas en México”.

Adujo, la columnista del diario Reforma que este libro es una muestra de la permanente condición que tiene el autor como reportero, con este libro, “me parece que el periodista quiso reportear sus recuerdos, reportearse a sí mismo”.

Lo que para Aristegui resultó lo más destacable, es la nueva condición literaria del libro, con lo que aludió al hecho de que el texto, publicado bajo el sello de Editorial Grijalbo, es una historia contada en primera persona.

Redordó que en noviembre de 2006 Scherer escribió para la edición especial de conmemoración del 30 aniversario de Proceso un artículo “implacable” sobre el golpe a Excelsior, empero la novedad del texto radicó en que se contaba en primera persona.

Ya que habló de sí mismo, “desde su propio yo y desde ahí sintió a Echeverría más cerca que nunca, lo oí respirar, dijo Scherer”. Ese ejercicio de escribir desde el “yo literario” le provocó, aseguró Aristegui, parafraseando a Scherer, un “inesperado bienestar”.

Esta perspectiva le permitió escribir en La Terca Memoria sus más hondas motivaciones y además cosas que desde otro enfoque habrían sido inconfesables: “¿de qué está hecha la entraña del periodista más influyente de México en los últimos años?”, inquirió Aristegui.

Abundó en que se trata de un periodista que durante años ha escudriñado poro a poro a la clase política nacional.

Citó la idea de Scherer, quien comenta que en el periodismo nada se debe valorar por encima de los hechos, que debe ser exacto como el bisturí.

El moderador fue el creador de Plaza Pública y a sus colegas las presentó como “la flor innata del periodismo mexicano actual”, con lo que arrancó el primer aplauso de los varios que habría durante la noche.


En medio de la expectación y de un señor, entre muchos, que se quejaba de la organizadora, a la que definió como “una vieja naca que no me quiso poner una silla y eso que soy invitado”, Anabel Hernández tomó el micrófono y reconoció que en la vida de las tres ponentes ha sido conducente la mirada periodística de Scherer. Lo definió como un hombre del que ha surgido una viga de acero sin la que no se podría entender la historia del México moderno.

“A él no le espanta ningún diablo y tampoco le conmueven los santos”, enjuició.

Respecto de su “Terca Memoria”, refirió que es un libro que habla del oficio que da paso a la tortura y el placer de conocer a personajes inolvidables; “algunos por ser abominables ya que sólo se les puede tocar con el esgrima de una buena investigación y otros entrañables por su valentía y por su sacrificio” en pro del bien común.

Editorializó e hizo énfasis en el oficio valiente y dijo que “los tiempos para el periodismo mexicano son violentos, los tiempos que están por venir son difíciles, la censura disimulada es permanente, pero hoy no hay espacio para claudicaciones y no hay espacio para medias tintas”.


Lydia Caho comentó que compró el libro y lo “devoró” en un fin de semana y que luego recibió la noticia de que el autor de Siqueiros: La Piel y la Entraña, le invitaba a comentar su libro, y bromeó: “en realidad, el que me catapultó, desde mi pueblo Cancún, fue el preciuos man, por él estoy aquí”, lo anterior en alusión al gobernador de Puebla, Mario Marín Torres.

Dijo que después de conocer a Julio Scherer, le quedó claro que él, como los padres y las madres de los hijos que han desaparecido a consecuencia del poder del Estado, “lleva su pésame a cuestas con la pérdida de Excelsior como el sino que marcó su existencia”.

Como una aprendiz más del trabajo del “hombre de proceso”, Cacho Ribeiro indicó que “Don Julio no se entiende si no se entiende el periodismo mexicano desde los vericuetos del fatídico maridaje entre el poder y la prensa que han marcado la vida de México y que la siguen marcando”.

Uno de esos ejemplos queda plasmado en la historia que en la Terca Memoria se cuenta sobre Héctor Aguilar Camín, de quien se revela complicidad y un periodismo de poder en el tiempo en que Salinas de Gortari, su amigo, era presidente de la República y el intelectual, directivo de la Revista Nexos.

La periodista, alabó la forma en la que Scherer siempre cuenta con el adjetivo contundente para definir a aquellos periodistas que como práctica consuetudinaria aceptan el embute de los poderosos sin que ello les provoque la menor vergüenza.

Define el libro, como uno, mediante el que su autor “muestra sus heridas abiertas” y lo ejemplifica cuando retoma frases en su contra construidas, que refiriéndose a su labor periodística le espetaron, “vendería a su madre por una nota de ocho columnas”.

“Se expone como humano”, mencionó. En una especie de recomendación para los periodistas jóvenes expresó que con la lectura de este libro se podría entender el peligro al que se enfrentan quienes hacen periodismo en este país y quienes se exponen “al poder de otros, pero también al poder personal, a la necesidad de preservar la dignidad a costa de lo que sea, pero también de aprender a escribir con dignidad”.